domingo, 28 de octubre de 2012

Suede en Argentina: Fina etiqueta Brit

Hilando fino, si buscamos un común denominador en esta última edición del festival Pepsi Music no hay duda que lo vamos a encontrar por el lado de los cantantes: la adorable Beth Ditto de Gossip, la siempre irresistible Shirley Manson, dos días más tarde la oscuridad premeditada de Amy Lee de Evanescence no hicieron más que apurar piernas y ansiedades para afrontar el cierre del festival a cargo de Suede.
A nueve años de su separación y a dieciséis de su momento más exitoso, la banda liderada por el ahora maduro Brett Anderson, está muy lejos de las fiestas en Candem Town pero poco perdió de la seguridad y el vuelo de otrora. . Madurez, que palabra chata, el cantante sigue revoleando el micrófono, se desabotona progresivamente y tema tras tema su camisa de etiqueta pero sin los movimientos promiscuos y andróginos que, extrañamente, sirvió de preámbulo a la sobria propuesta estética de Oasis o Blur. Canciones como “We are the pigs” o ese gran lado B llamado “Killing of a flashboy” arrastran el cursor hacia ese paréntesis de graffiti dibujado luego del éxtasis de los Happy Mondays o el efímero paso de E.M.F o Jesus Jones. Porque por eso se escuchó a Suede en vivo en nuestro país; más allá de los hitos fruto de su primer y excelente disco, tuvieron la inteligencia de mostrarse en un lugar relativamente chico o ajustado sin caer en la parafernalia innecesaria de otros. La languidez, los flequillos y las patillas desorbitantes se hicieron presentes en las masas corporales del público Brit desde unas horas antes del inicio del show. Reaccionan festivamente ante cada tema que disparan los londinenses. Si se los encuentra fuera del ámbito recitalero tranquilamente podrían ser personajes de alguna novela de Douglas Coupland pero al momento de verse cara a cara con Suede cualquier estereotipo está de más. Canciones como “Trash” o “She” retratan el instante en que Anderson sonreirá por primera vez. Es que, escénicamente, el frontman lo es todo, lejos de la pálida imagen que su compatriota Ian Brown dejo en su visita hace algunos años, quien compuso junto a Bernard Butler la mayoría de las grandes canciones del grupo, es un correcto upgrade de sí mismo; sus movimientos ya no son tan provocativos pero esto no parece molestar mucho a las chicas.
El guitarrista Richard Oakes hace que Butler (uno de los mejores guitarristas de su generación) sea un poco menos extrañado y al lado de Mat Osman, junto al cantante el único miembro original de la banda, ejercen una efervescencia que dilapida toda versión ridícula acerca de la amargura británica que suele circular por ahí. ¿O acaso no habrán sonreído en el backstage al escuchar a la gente corear intempestivamente el coro de “Beautiful ones”?. Para el encore posterior, sorpresivamente, agregan “My dark star” esa bella canción que nombra a la “chica argentina con ojos de cementerio” y “Saturday night” funciona como el epílogo perfecto para una noche en la que los argentinos asistentes se empujaban hacia la lluvia británica de la avenida Álvarez Thomas, y no era sábado, era lunes. Pero a nadie le importó.
Txt: Gabriel García PH: Mariana Marincovich

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